Las etiquetas alimentarias son sensibles al precio debido a la cuota de volumen que representan en el mercado y a su corta vida útil. De ahí que se utilicen muchos materiales basados en el papel y que tengan un requisito específico de seguridad alimentaria. Ningún propietario de una marca quiere correr el riesgo de que el producto sea retirado, lo que no sólo representa un alto coste, sino que también daña la identidad de la marca.